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Una aplicación es, técnicamente hablando, lo mismo que una aplicación: un programa de computadora que se vende como un producto. Pero las aplicaciones se han diseñado para dispositivos de pantalla pequeña, como el iPhone y los teléfonos Android, y luego extenderse a las tabletas.

Evolucionaron a su mayoría limitada en su propósito (una función, o unas pocas funciones estrechamente relacionadas); son muy fácil de usar; y barato: ya sea gratuitamente o vendidos por unos pocos dólares.

Muchos sitios web son muy parecidos a las aplicaciones (y viceversa). Por ejemplo, el sitio web de tu banco te permite ver tus estados de cuenta, pagar facturas, hacer depósitos con fotos de cheques, y más. Y probablemente estas funciones pueden hacerse a través de la aplicación.

Sin embargo, las aplicaciones no son exactamente los mismos que los sitios web. Muchos sitios web son sólo información o información -en su mayoría, con sólo un poco de funcionalidad – como una forma sencilla de rellenar para unirse a una lista de correo electrónico. Otro de los casos, los sitios web permite hacer lo mismo, o algunas otras tareas mas complejas.